viernes, febrero 25, 2005

Las mujeres que pasan

Nunca antes habia estado yo tan acompañado como en estos tiempos que me toca vivir. Mujeres de todo tipo, comparten mis caricias, mis besos, mis sabanas y desconsuelos, ellas pasan, y dejan sus olores y sus sonrisas, ellas pasan, y van detras de otros amores o regresan a por comida. El caso es que aún así me siento solo... a veces me cuesta verdaderos esfuerzos sintonizar este sentimiento con mi realidad, y es que para estar solo lo mejor es que no haya nadie... al menos nadie que te mire o te toque... sólo las nucas estan permitidas.

De todos modos, no deja de ser agradable esta paradójica soledad.

jueves, febrero 24, 2005

La fiesta de disfraces

El sábado tengo una fiesta, una fiesta de disfraces en medio de la sierra ( alguna sierra ), iré con la de la boca grande, sus hermanas, sus cuñados, sus amigos y sus ... la verdad es que no sé que más tiene. Yo sólo tengo que poner un disfraz, un disfraz de fiesta. Complicado... ¿De qué podría disfrazarme?... ¿Ridículo?¿Tenebroso?¿Atractivo?¿Femenino?... si por mí fuera iría de hombre invisible... de almohada o sabana fría... o quizá de aseo de señoras.

Supongo que no pegaré ojo en toda la noche, cuando la fiesta termine... la nieve... las montañas... y ella cerca... y yo solo, en mi saco de dormir, mirando al techo... mientras da vueltas... vueltas... vueltas... ... Es el sábado, y creo que ya he bebido demasiado.

Un día cualquiera

En el trabajo dejando pasar las horas. No se porque nunca tengo demasiado que hacer... ¿será a causa de un exceso de eficiencia? ¿incompetencia tal vez?... el tema me preocupa.

Me he entretenido un rato preparando mirando tocando probando y oteando el horizonte desde esta torre recién creada. He escrito el correo diario a aquella chica de la boca grande que, si el desencanto no me alcanza, tanto me gusta... y bueno... aquí estoy esperando su respuesta, que como siempre será correcta, sin sangre, ni saliva, ni sabanas sucias, sin un triste mordisco para llevarme a la boca. Y aquí sigo, enviando y recibiendo, enviando y recibiendo, y molestando a los compañeros que osan a posarse por mi messenger.

Pronto será la hora de la comida... todo se repite... una y otra vez... como en un tiovivo... o mejor dicho... un tiomuerto.

El punto de partida

Hay dias, en los que la soledad es más que un sentimiento, más que una sensación. Hay dias en los que la soledad es lo único real, la única que nos escucha y nos mece. Dias en los que la soledad es nuestra única compañera, y le confesamos nuestros pecados, le lloramos nuestras penas y le proclamamos todas nuestras futuras venganzas.

Esta es la torre de mi soledad, el lugar donde nadie habla el idioma de nadie, susurros en el vacio.