viernes, enero 09, 2009

Opciones

Si quieres
a quien no te quiere
llega la soledad
una soledad dulce
casi empalagosa
llega la tristeza
la melancolía
las lagrimas a la Luna
y juramentos al Sol

Si no quieres
a quien te quiere
sólo llega la angustia
una agria
y amarga angustia
de la que ni la Luna
ni el Sol
quieren saber nada.

21 comentarios:

Anónimo dijo...

No sé si hace falta permiso, en todo caso no se lo pido.
Me ha recordado un libro: La construcción de la torre de Babel, en realidad son dos libros chiquitos, el mencionado y, Sobre la necesidad de la traición... de Juan Benet.

Su última entrada me ha llevado a un artículo que, de nuevo, sin su permiso copio:

El pájaro que se posa

Todorov, en su libro El jardín imperfecto, nos recuerda que los griegos distinguían dos tipos de amor: eros, o amor-pasión; y philia, o amor-alegría. En el primero, el amante quiere absorber al otro, hacerlo desaparecer en la novela de su propio yo; en el segundo, vivir en su proximidad, mantenerlo como un ser aparte. "Dios lo sabe, jamás he buscado en ti a nadie más que a ti mismo. Es únicamente a ti a quien deseaba, y no a lo que pertenecías ni a lo que representas", escribe Eloísa en una de sus cartas a Abelardo.

Eros y Psique se encuentran en la noche, sin saber quiénes son, y se aman sin llegar a verse. Para volver a encontrarse, Eros le pone a Psique una condición: no pueden verse, ni preguntarse quiénes son; sus encuentros sólo pueden tener lugar en la oscuridad de su cueva. La muchacha acepta resignada, pero muy pronto comprueba lo difícil que es cumplir esa promesa, pues cuanto más ama a Eros más desea verlo (y en griego la palabra ver y la palabra idea tienen la misma raíz, como si el pensamiento fuera una forma de visión). Y una noche Psique esconde entre sus vestidos una lámpara. Espera a que su amante esté dormido y la enciende para contemplarle. Pero la llama calienta el aceite y, en un descuido, una gota cae sobre la piel de Eros que, al despertarse, la descubre mirándole. Implacable, la castiga, apartándose de su lado. Psique enloquece de amor, y los dioses se apiadan de ella y la transforman en una mariposa.

Eros y Psique representan los dos tipos de amor de que hablaban los griegos. El amor que pide la fusión completa con lo amado; y el amor que se conforma con su vecindad. En el primero, es el yo que desea lo que importa; en el segundo, lo que importa es el tú. A Eros le bastan con sus encuentros ardientes en la oscura cueva de deseo; Psique está encantada con esos encuentros, pero también quiere tener lo que ama al despertarse por la mañana. El primero se pregunta por lo que quiere, el segundo por lo que encuentra. Uno quiere perder por completo la razón; la otra encontrar ese tipo de razón que sabe pedir a la vida lo que ésta te puede dar.

El amor es embeleso, fascinación, hechizo, pero también deseo de conocimiento. Al amante no le basta con tener en sus brazos a aquel o aquella que ama, sino que quiere conocer su nombre, entrar en ese jardín que a partir de entonces será su morada en la tierra. Recuerda a Calixto, cuando dice que Melibea es el solo dios en que cree. "Melibeo soy, en Melibea creo, a Melibea amo". Aunque, en realidad, Calixto sólo cree en él y en su propio deseo. De hecho, cuando por fin pueden encontrarse, y Melibea, dulce y solícita, le pide que no tenga tanta prisa y que no hace falta que le rompa la ropa mientras la desnuda, Calixto por toda respuesta compara su cuerpo con el de un ave, y el acto amoroso con un vulgar atracón. "Señora, el que quiere comer el ave quita primero las plumas".

Ni Melibea ni la inteligente y apasionada Eloísa fueron afortunadas con sus compañeros. Julieta sí lo fue, y eligió a un mu-chacho digno de su amor. Es ella la que pronunció la frase que a las otras les hubiera gustado pronunciar: Sólo deseo lo que tengo. Esa frase resume el amor-alegría. El amor-pasión quiere lo que no tiene, es un homenaje a la ausencia; no quiere calmarse, busca avecillas que desplumar. El amor-alegría se complace con esa avecilla que desciende, y sólo vive para conservarla a su lado. Y si el mayor bien es ese otro insustituible, su vecindad, su presencia, la búsqueda de la verdad se transforma en querer lo que es bueno para él; y el deber, en deleite. Eso nos dice el amor: que al amar no sacrificamos nuestro ser, sino que lo realizamos.

Es lo contrario a lo que pasa en la religión, donde el amor está siempre al servicio de una verdad superior. Pascal, por ejemplo, lo consideraba un defecto, incluso pedía que no se le amara, pues lo que había que amar no era a la criatura sino a su creador. Pero el amor representa ese instante en que la especie queda atrás y en que alguien deja de ser intercambiable con los demás. Y, en efecto, tal parece el amor: un hechizo, una pócima que se bebe, y que nos fija a alguien mientras dura su efecto. Todo en él es paradójico. Es caprichoso y fugitivo, pero le pedimos devoción y constancia; nos promete felicidad, y nos llena de miedo; nos da fuerzas para enfrentarnos a los mayores peligros, pero nos vuelve vulnerables y frágiles; nos hace ser dueños de alguien, y a la vez sus esclavos. Y, sin embargo, Psique quiere transformarle en un jardín, o mejor dicho: quedarse a vivir en esa ínsula extraña que descubre por servirle. Pero eso que encuentra en ese lugar encantado, ¿puede traerse al mundo?

"A partir de ahora, ¿qué será de nosotros?", tal es la pregunta de todos los amantes del mundo. El amor es el sentimiento más hondo y misterioso de cuantos pueda experimentar el hombre. Los amantes llegan de su mano a un lugar desconocido y se descubren dueños de un poder que no sabían que tenían. Un poder que no tiene que ver con el yo o con la identidad, sino con algo anterior a ellos mismos, que pertenece al dominio de la fábula: como haber alcanzado el corazón del mundo y descubrir, por ejemplo, que pueden acercarse a los pájaros. Sí, el amor es como uno de esos pájaros que se cuelan por error en las casas de los hombres. Un pájaro que en vez de huir, para regresar a su bosque, decide quedarse en ese lugar nuevo. Que vuela sobre los armarios, picotea el pan que queda en la mesa y salta sobre las colchas. Un pájaro que llega a posarse en las manos de los que se aman, que se queda a su lado sin asustarse, y que hace su nido al calor de sus cuerpos, aunque ellos nunca lleguen a saber por qué lo hace, ni lo que quiere, pero cuya contemplación y cuidado les causa felicidad.

Es lo que nos promete el amor: que será posible algo así. El amor es ese pájaro que se posa un momento en nuestro jardín imperfecto. ¿Cómo no ser feliz de que lo haga y no tener miedo al mismo tiempo de que se pueda marchar? Por eso nos hace hablar, porque todo a su lado está revestido de belleza y locura. Eso es el amor humano: preguntarnos por qué ese pájaro nos eligió a nosotros para quedarse en el mundo; y, en caso de haberse ido, dónde estará ahora y por qué no regresa. Ninguna de esas preguntas tiene respuesta. El pájaro en el jardín pertenece al mundo de la fábula; lo que dejó al marcharse, al mundo real. Y los amantes se empeñan en que esos dos reinos continúen unidos.

Gustavo Martín Garzo

Perrolobo dijo...

: ) muchas gracias caballero

Anónimo dijo...

De nada Don Marcos, aunque travestida de Brueghel, soy señorita, o algo así.
Oiga, deseando estoy volver a no pedir permiso.

Perrolobo dijo...

Esto se mueve a golpe de terremoto.
Por ahora ando calmo.
Habrá que esperar algún que otro desconsuelo instantáneo.

¿Nos conocemos señorita caballero?

Anónimo dijo...

Anda que... vaya lana que tienes.
Un puto fenómeno.

Anónimo dijo...

Sí, nos conocemos, más bien nos hemos visto alguna vez en el devenir telúrico...

laluna parece conocerle mejor, o no, quién sabe.

Hasta el siguiente movimiento sísmico, si es que pasa la calma.

Perrolobo dijo...

Es posible...
pero yo sigo sin conocer a nadie...
no es del todo justo esconderse en los pseudónimos ¿no creéis?

Anónimo dijo...

pseudónimos... máscaras... viene a ser lo mismo, Marcos, la cuestión es esconderse, y no de ti, sino de uno mismo

Anónimo dijo...

Vd. sabe, imagino, que no es posible conocer al otro. Nunca se llega a conocer al otro, sea quién sea el otro. Por más empeño que se ponga será en vano, además de un rollo, adiós a la sorpresa.
Diría que es imposible conocerse ni a uno mismo.

Los nombres y el sexo para mí no tienen importancia. ¿Qué más da? ¿Qué importa que nos hayamos visto una, dos o doscientas veces?

Casualmente le conozco y por casualidad llegué a su blog, dos casualidades. Me interesa lo que escribe, no para conocerle más, sino para pensar y sin permiso, opinar.

Si volvemos a encontrarnos le haré saber que soy Brueghel.

Anónimo dijo...

me gusta tu blog, marcos. te seguiré leyendo. a ver cómo llega aquí la primavera.
saludos, pe
(soy amiga de andré dosil)

Perrolobo dijo...

Que alegría tenerte por aquí, creo que nos espera una primavera turbulenta, llena de desengaños y no se si con final feliz.

Como verás este es el reino del anónimo enmascarado. Por suerte no es el caso. Conozco de sobra a pe.
Pero gracias por las coordenadas.

Un abrazo

Anónimo dijo...

una abrazo marcos. me he leido el blog entero. tienes cosas bien bonitas.cuanta poesía hay detrás de muchos, de los que solo ves las "nucas".
todos somos nucas para todos hasta que nos miramos.
este blog me da confianza en lo desconocido. el tipo de confianza que más aprecio.

buen día¡¡
en asturias ha hecho ya de todo: lluvia, granizo, rayos, truenos, vendaval..y si la naturaleza se porta así en unas horas...cómo vamos a ser nosotros sino..?

Perrolobo dijo...

Te estoy muy agradecido Pe : )
¡¡Gracias por pasarte por aquí y dejar tu huella!!

Espero volver a verte pronto,
por aquí o por allí.

Anónimo dijo...

Me acabo de acordar de ti, otra vez. De lo que decías de la primavera, que volverá con sus desengaños y un final quizá no feliz.
No sabía que añadir a eso, pero se me quedó en la "nuca"..
Y justo, me pongo a currar, a escribir un proyecto para hacer una pieza nueva, y estaba leyendo cosas sobre el eterno retorno, nietzstche.

espero no aburrirte
es que cuadra con "tu primavera"...
ahí va...wikipedia recortes .
El valor del concepto de eterno retorno ha sido tan discutido como poco entendido. En general, se le considera únicamente desde el punto de vista cronológico, en el sentido de repetición de lo sucedido. Pocas veces es pensado como uno de los conceptos más poderosos de la filosofía moral de todos los tiempos: obra de modo que un horizonte de infinitos retornos no te intimide; elige de forma que si tuvieras que volver a vivir toda tu vida de nuevo, pudieras hacerlo sin temor. Nietzsche, en su teoría del eterno retorno, nos enseña sólo una cosa: El hombre logrará transformarse en el "Superhombre" cuando logre vivir sin miedo."

qué bonito sería,eh¡

chau, marcos

nos vemos

Anónimo dijo...

que el último comentario se me olvido firmar. soy pe.
buen día, marcos

Perrolobo dijo...

Se agradece siempre la firma. Como verás los anonimos abundan... y a veces los mensajes, sobre todo los buenos, tienen muchas interpretaciones.

Viendo de Pe, todo es bueno : )

¡Gracias!

Anónimo dijo...

sí, era de buena onda el mensaje.
te seguiré leyendo

buen fin de¡¡

Anónimo dijo...

joer...otra vez...
firmado : pe
qué cabeza..

Anónimo dijo...

Llevo unos días haciendo fotitos de la luna, ayer me acordé de vos y abusando de su espacio le dejo unas poquitas por aquí.

(A Rodin no le hago justicia, ni a la Luna)

http://img9.imageshack.us/img9/2006/1010n.jpg

http://img27.imageshack.us/img27/7267/1022u.jpg

http://img16.imageshack.us/img16/7840/1059a.jpg

¿Traerá la primavera nuevos escritos?

Perrolobo dijo...

Es posible, aunque por ahora lo que sale creo que no es adecuado para este rincón.

Ah la luna siempre fue muy esquiva para las fotos, el tamaño con el que la vemos es una percepción optica que se les escapa a las cámaras. Por eso es siempre tan chiquitita. Gracias por las fotos : )

¿Aún estas cómoda en el anonimato?... creo que no esta nada de moda...

Perrolobo dijo...

Como dejaste pistas
me decidí a seguirlas
según parece estas en Buenos Aires
junto con el pensador
y tus voseos.

Ahora mismo sólo me suena
un linda porteña
que debería estar en Mexico
pero que tiende a escapar
a abrazos y ciudades
tal vez seás vos