El altruismo
es el egoísmo
de la buena gente
jueves, octubre 30, 2008
martes, octubre 28, 2008
Aullidos
Y yo con esta sed
que no logro saciar
cerrando los ojos
para imaginar
muslos de piel tenue
ojos temblorosos
y labios...
labios de esos
que no me canso de besar.
Hoy seré yo
quien muerda tu ropa
aunque no quieras
aunque no puedas
y es del todo imposible
que me logres parar.
Vida, saliva
olor a mar.
sábado, octubre 18, 2008
Cuentos de un SMS (II)
Aquella mañana me despidió con un beso triste y seco. Nunca más la volví a ver, ni olvidé el olor de su pelo. Hoy hay una llamada suya perdida en mi teléfono
Cuentos de un SMS
Al fín le encontré en aquella partida. Todos decían que era un tipo con suerte. Jamás olvidaré su mirada incrédula, sus cuatro damas goteando tras el disparo.
martes, octubre 14, 2008
El amor apesta
Desperté con un jarro de agua fría
y un sabor amargo en la garganta
ese sabor que me dice
que otra vez me deje engañar.
Y si, es primavera,
una primavera fría,
casi casi invernal,
tal vez por eso desperté del letargo,
por eso puedo pensar con claridad.
El amor apesta.
Casi parece una blasfemia,
los niños correrían
asustados al oírme,
los ancianos de la mano
me mirarían con pena.
Y sí, apesta,
al menos de esta forma,
al menos en este mundo,
con esta gente pequeña,
miedosa,
de blando y resbaladizo musgo.
El amor apesta,
como el sucio tabaco,
apesta
y lo digo con ganas,
lo pienso alto,
gritando,
sintiéndome imbécil
desde mi síndrome de abstinencia.
Apesta en su cama de mentiras,
falacias tejidas con
mimo,
cuidado,
cariño,
ilusión,
engaños que sólo él
puede manejar,
mientras sigue tejiendo sus sueños,
de maravillosos
de brillantes colores,
tapando toda esa mierda
que siempre queda detrás,
como quien esconde la basura
debajo de la alfombra.
Apesta sí,
apesta,
con su felicidad
efímera y de mentira,
con esa honestidad
de timador sonriente.
Y ahora siento nauseas,
tengo ganas de vomitar mariposas,
de escupirlas por el retrete,
con sus alas tan brillantes
y sus retorcidas trompas,
después de todo,
las mariposas,
no dejaron nunca de ser
insectos disfrazados de flores,
putas moscas de colores.
Luego tirare de la cadena,
las veré hundirse,
las despediré con la mano,
y quizá,
hasta les dedique
una pequeña sonrisa
mientras me marcho,
mientras vuelvo de nuevo
a mi vida.
y un sabor amargo en la garganta
ese sabor que me dice
que otra vez me deje engañar.
Y si, es primavera,
una primavera fría,
casi casi invernal,
tal vez por eso desperté del letargo,
por eso puedo pensar con claridad.
El amor apesta.
Casi parece una blasfemia,
los niños correrían
asustados al oírme,
los ancianos de la mano
me mirarían con pena.
Y sí, apesta,
al menos de esta forma,
al menos en este mundo,
con esta gente pequeña,
miedosa,
de blando y resbaladizo musgo.
El amor apesta,
como el sucio tabaco,
apesta
y lo digo con ganas,
lo pienso alto,
gritando,
sintiéndome imbécil
desde mi síndrome de abstinencia.
Apesta en su cama de mentiras,
falacias tejidas con
mimo,
cuidado,
cariño,
ilusión,
engaños que sólo él
puede manejar,
mientras sigue tejiendo sus sueños,
de maravillosos
de brillantes colores,
tapando toda esa mierda
que siempre queda detrás,
como quien esconde la basura
debajo de la alfombra.
Apesta sí,
apesta,
con su felicidad
efímera y de mentira,
con esa honestidad
de timador sonriente.
Y ahora siento nauseas,
tengo ganas de vomitar mariposas,
de escupirlas por el retrete,
con sus alas tan brillantes
y sus retorcidas trompas,
después de todo,
las mariposas,
no dejaron nunca de ser
insectos disfrazados de flores,
putas moscas de colores.
Luego tirare de la cadena,
las veré hundirse,
las despediré con la mano,
y quizá,
hasta les dedique
una pequeña sonrisa
mientras me marcho,
mientras vuelvo de nuevo
a mi vida.
lunes, octubre 13, 2008
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