martes, junio 14, 2005

Eterno retorno

Nubes y claros, entre el calor y el aire acondicionado, verano trabajando, suspiros en extinción. Las musas caén sofocadas entre la hierba seca, las piscinas se llenan de carne humeante, las horas pasan lentas y muertas. Las manos sudorosas resbalan de los clavos ardiendo y aletean en la caída tratando de volar. Demasiado calor, la calima sale de las alcantarillas y se mete en mi boca, me ahoga, me atrapa y me obliga a tragar. Demasiado tiempo felíz te hace volverte tonto, de mentira, pensar, es importante pensar, dar un tiempo y un espacio a todo... y atarse un cabo para no dejarse llevar. Hay que salir del rio amable que fluye, ya como un hilo, pisar de nuevo tierra y huir del mar. Si no, si el mar llegase a atraparme, desaparecería entre sus olas monstruos sirenas, desaparecer para jamás regresar...

Obligado me veo pues a usar el suelo y caminar, el polvo del camino, las llagas laceradas, las noches al raso donde es imposible soñar. Se que en breve tendré otra vez alas y remontaré las montañas de la soledad, alli moraré un tiempo, mirando observando, mordiendo las nubes, pensando donde estoy y dónde quiero llegar... hasta que un día... oiga un murmullo, la salpicadura de un pie descalzo o una risa quizás... entonces arrancaré mis alas entre sangre y escamas, caeré al río, justo en su manantial, y volvere a fluir soñando con la sirena y el mar.